lunes, 15 de agosto de 2011

Bodas civiles municipales

            De entre las múltiples actividades que tiene un Alcalde hay alguna que otra que es tremendamente gratificante. Me refiero sin lugar a dudas a la posibilidad de celebrar matrimonios.
            En Las Palmas de Gran Canaria se produce una singular paradoja, las bodas civiles municipales se ofician en una ermita, desacralizada, pero ermita al fin y al cabo. En el conjunto arquitectónico que se conoce como “El Pueblo Canario”, se erige la antigua ermita de Santa Catalina, un singular edificio cuyas paredes están decoradas por unos maravillosos frescos. La ermita está presidida por un repostero institucional del ayuntamiento y tiene 64 sillas, que pueden variar a menos si los novios desean que actúe algún cuarteto de música o algún grupo, por lo que habría que quitar algunas sillas.

            Se celebran bodas todos los viernes en horario de mañana y tarde (salvo los últimos viernes de cada mes que por coincidir con la celebración del Pleno Municipal, por ello estos días sólo se celebran matrimonios en horario de tarde), y el primer y el tercer sábado de cada mes en horario de tarde. El Alcalde como es obvio puede casar el día que quiera y cuando quiera, en atención a su agenda.
            Pueden casar todos los concejales de la Corporación municipal, ya sean del grupo de gobierno o de la oposición. Existe un cuadrante de bodas en el que están todos los concejales del grupo de gobierno, los concejales de la oposición suelen casar cuando les surgen compromisos, y el Alcalde es el que menos casa, debido a su agenda claro, sólo suele casar por peticiones expresas o compromisos personales. En el transcurso de su mandato el Alcalde Saavedra celebró 22 bodas.
            Cuando casan los concejales, éstos están asistidos por el personal de la unidad de estadística, encargados del servicio. Sin embargo, cuando casaba el Alcalde, quien le asistía era yo mismo como Jefe de Protocolo.
            El ceremonial de las bodas varía poco pues esencialmente consiste en dar lectura del acta de permiso matrimonial instruida por el Juez Magistrado del Registro Civil, la lectura del artículo 32 de la Constitución Española de 1978 y los artículos 66, 67 y 68 del Código Civil. Hay concejales que leen poemas, otras veces son los familiares y amigos. Por último se procede a la firma de los testigos y contrayentes. En primer lugar yo pasaba a la firma al testigo del novio, luego el testigo de la novia, el novio y por último la novia, tras los contrayentes y testigos firmaba el Alcalde. Cuando se trataba de una boda homosexual diferenciaba a los novios por orden alfabético, entonces primero el testigo de uno luego el del otro, y los novios o novias por orden alfabético, el Alcalde siempre el último.

            Recuerdo bodas de todo tipo, muy sentidas y con muchos familiares, bodas íntimas sólo con los testigos, bodas “verdaderas pero falsas” para luego celebrar por fuera la gran boda con los amigos en algún hotel, jardines, esta es la de verdad… pero la gente no lo sabe, los invitados se creen que su ceremonia es la verdadera.
            En las bodas se producen anécdotas y hechos muy ocurrentes, como aquella boda en que con un portátil transmitían la boda por skype a Argentina, porque la abuela de la novia estaba muy mayor y no podía viajar, pero no quería perderse la boda de su nieta. Otra anécdota muy buena fue cuando la tuna se equivocó de hora y entró en una boda que no era la que le había contratado, y claro los nombres no coincidían, nadie entendía nada.
            Con especial cariño recuerdo tres bodas. La primera la de un hijo de la Jefa de Secretaría de Despacho del Alcalde, que se casaba con una chica inglesa. Algunos invitados habían venido ex profeso desde el Reino Unido y no hablaban ni tora de español. El Alcalde y yo decidimos tener la deferencia de hacer una boda bilingüe, nadie lo sabía, siquiera la secretaria del Alcalde. Leíamos en español e inglés indistintamente, los novios y los invitados agradecieron la complicidad lingüística.
            La segunda boda en mi recuerdo tiene ganado un puesto por meritos propios.  La llamamos Triple Boda. Como Jefe de Protocolo yo era el responsable del ceremonial de las bodas, por eso cuando los contrayentes solicitaban algo que se salía fuera de lo normal el personal de estadística me elevaba consulta. Llegó una petición de lo más singular, dos hermanos y una hermana querían  celebrar su enlace al mismo tiempo. Aquello prometía ser un catálogo de bodas: un divorciado con una soltera; un viudo con una divorciada; y por último una soltera y un soltero, una singular panoplia reflejo de la sociedad.
            Desde el primer momento acogimos la petición como un reto, y nos pusimos a buscar la fórmula que permitiese la celebración de los matrimonios, donde para mayor enredo, todos serían testigos entre sí. Después de no pocas vueltas logramos dar con la fórmula. A efectos internos y sin que ellos lo supieran nosotros habíamos bautizado a los novios con colores, de tal suerte que teníamos la pareja azul, la pareja verde y la pareja amarilla. Lo complejo venía a la hora de mover los testigos para firmar las actas. Un error en las firmas invalidaría las mimas en el juzgado.
            El personal de estadística que se encarga de las bodas, aunque asistiera yo como Jefe de Protocolo, también estaba en la ermita, así que nos repartimos el control de las parejas y los testigos para no equivocarnos, numerando a los testigos por el orden de firma. Elaboramos un croquis que sólo nosotros entendíamos, pero la boda fue un éxito.
           Fue una boda muy singular y divertida. Se nos hacía complicado explicar cómo la llevaríamos a cabo, sin embargo fue todo un éxito, siquiera los novios sabían cómo celebraríamos las tres bodas, simplemente les dijimos que se fiaran de nosotros, y así hicieron, al final nos felicitaron ellos a nosotros.
            La última boda en el recuerdo fue muy especial. El Acalde casaba a una concejala del grupo de gobierno, la IIIª Teniente de Alcalde y Concejala de Juventud, Igualdad, Mujer y Presidenta del Distrito Tamaraceite San Lorenzo. Se me hacía extraño asistir al Alcalde en la boda de una jefa y amiga.
            La ermita estaba llena hasta la bandera, además se había creado una gran expectación en los medios de comunicación local, periódicos y televisiones.

            Fue una boda muy especial, sobre todo por aquello de que la Teniente de Alcalde y Concejala había celebrado muchísimas más bodas que el Alcalde, así hubo que modificar ligeramente el protocolo para darle alguna sorpresa. El Alcalde no paró de hacerles guiños a los novios, a quienes obviamente conocía a la perfección. Una boda tremendamente emotiva.
            Lo especial de esta boda y de todas, es saber que estas participando de un momento tremendamente feliz para los contrayentes. Es una gran satisfacción ver la cara de felicidad de los contrayentes y de sus familiares, esta es una de las obligaciones del cargo que jamás podré olvidar.

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